La brecha en la oposición venezolana se ha profundizado como
consecuencia de las posturas irreductibles de un sector frente al
diálogo convocado por el gobierno y que hoy cumplirá su tercera sesión.
CARACAS EL PAÍS DE MADRID 22 abr 2014
Uno de los puntos que provoca más controversias adentro de la oposición
es determinar si se puede dialogar con dirigentes presos, como es el
caso de Leopoldo López.
El martes pasado, el día de la última reunión con el gobierno, la Mesa
de la Unidad (MUD), la coalición de partidos políticos que mantiene
conversaciones con el chavismo con el auspicio del nuncio del Vaticano
en Caracas y los cancilleres de Brasil, Colombia y Ecuador, trató de
plantear la liberación de López en el marco de una ley de amnistía para
todos los presos políticos. La propuesta no fue aceptada por el oficialismo.
Con López preso, crecen las dudas del sector más radical de la
oposición sobre los poderes paliativos del diálogo para resolver la
crisis.
Era esa una de las condiciones planteadas por Voluntad Popular, la
organización de López, para sumarse a la delegación que ya se ha reunido
en dos ocasiones con el equipo designado por Maduro.
Con su ausencia y la de los estudiantes universitarios, los moderados
-encabezados por el gobernador de Miranda y excandidato presidencial
Henrique Capriles- han recobrado el protagonismo que habían perdido
desde hace dos meses con la emergencia de López y de la defenestrada
diputada María Corina Machado como los líderes de la oposición.
"La libertad de Leopoldo es un punto fundamental para nosotros, pero
estamos buscando la manera de concretarla", admite Ramón Guillermo
Aveledo, secretario de la MUD.
Que eso no se haya logrado incluso antes de sentarse a la mesa alienta
las dudas del sector, que considera que el diálogo oxigena al chavismo.
Modelo.
Hay otra razón quizá más poderosa.
"El gobierno sigue muy aferrado a su modelo económico y no admite que
ese modelo es la causa de los problemas del país", explica Aveledo.
"El pacto sobre un modelo económico común a todos los venezolanos
demandará mucha creatividad política para resolver problemas y avanzar
sin que nadie sienta que es derrotado", agrega.
Este reconocimiento a las dificultades de pactar un proyecto de país es
la base de las profundas desavenencias que mantienen dividida a esta
sociedad desde hace tres lustros. Esa resistencia al cambio insufla además el espíritu insurreccional, de muy modestas proporciones, de la protesta callejera.
Aveledo reconoce como un avance el hecho de que el Ejecutivo, que se
negaba a sacar el debate del plano etéreo de la discusión ideológica,
haya aceptado ampliar la Comisión de la Verdad y formarla con individuos
confiables para las partes, y revisar el caso del comisario Iván
Simonovis, el preso político más emblemático de estos 15 años de
autodenominada revolución bolivariana.
Establecer una verdad aceptada por las partes de lo ocurrido en los
últimos dos meses es, en opinión de Aveledo, la forma de establecer un
relato independiente que haga salir al chavismo de la idea de que exigir
la renuncia en la calle equivale a un golpe de Estado a cámara lenta. Con esa verdad, piensa Aveledo, la crisis puede empezar a amainar
El ala dura de la oposición no es tan optimista.
Si bien es partidaria del diálogo, considera que era necesario acumular
mucha más fuerza para, entonces sí, hacer propuestas que permitieran
cambios profundos en la estructura del Estado.
Comunas para evitar parásitos
El vicepresidente de Venezuela, Jorge Arreaza, indicó ayer que hay 605
comunas en el país y el plan es llegar a las 3.000 en un proceso de
descentralización del poder para evitar el "error" del socialismo en el
este de Europa, donde surgió una "elite parásita".
El "socialismo del siglo XX" que promueve la Revolución Bolivariana
iniciada por Chávez, explicó Arreaza en una alocución televisada, radica
en la "progresiva desconcentración del poder".
El Pais
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