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Samstag, 13. Juli 2013

Carlos Gardel



New York macht eine Hommage an den großen Carlos Gardel

Gardel, ein großer Verführer, der von New York verführt wurde, wie viele Künstler seiner Zeit. Jetzt ist der Big Apple würdigt mit einer Ausstellung, die an den Weg durch die Stadt erinnert.



New York | E. Lopez Romero - EFE

Niemand sonst hatte ein besseres Verständnis für Tango. Ein Künstler verführerisch und self-made, wie viele andere, wurde von der Magie New York verführt. Eine Stadt, die ihn jetzt ehrt ihn mit einer Ausstellung , die durch die  Stadt führt, wo er aufgezeichnet hat einige seiner größten Hits.

Der Rest in Original...

"Más allá del canto y el cine, de lo buen mozo y elegante que era, Carlos Gardel cautiva porque es un modelo que tiene que ver con el éxito logrado a través del esfuerzo personal, un músico que surgió de la nada y que aprendió a cantar y a tocar la guitarra solo", afirmó Micaela Patania, comisaria de la muestra Gardel in New York, durante un recorrido antes de su inauguración.
Allí se expone casi medio centenar de fotografías, documentos e imágenes de objetos que pertenecieron al "rey del tango", y que forman parte de la colección Gardel-Defino, como su relicario, su inseparable anillo de oro y otras curiosidades, como las fichas de un curso de inglés que llevaba en su última gira latinoamericana y que aparecieron entre sus pertenencias tras el fatal accidente de Medellín.
Quienes paseen por la sala del Consulado argentino habilitada para la muestra (amenizada con la música de fondo de los temas que grabó en Nueva York), podrán disfrutar desde un posado de Gardel en el apartamento donde vivió en la Gran Manzana hasta uno de los telegramas que mandó a Buenos Aires a su amigo Tito Lusiardo, el actor que apareció en dos de sus películas "neoyorquinas".

En la manzana.

En los estudios de la Paramount en Long Island, Gardel rodó las que serían sus últimas películas, dos de ellas estrenadas tras su trágica muerte. Primero Cuesta abajo en la que cantó el legendario Mi Buenos Aires querido del maestro Le Pera. También El tango de Broadway y El día que me quieras, en la que apareció otro de sus himnos, Volver, y por último, la comedia Tango Bar.
Gardel había desembarcado por primera vez a finales de 1933 en el Muelle 57, a orillas del Hudson, la puerta de entrada de tantos otros forasteros a la gran ciudad, donde se instaló los primeros meses en el Waldorf Astoria, antes de mudarse al edificio Beaux Arts de la calle 44, cerca de la zona donde hoy está Naciones Unidas, y otra estancia posterior en el hotel Middeltowne de la calle 48.
A principios de los años treinta era ya un artista consagrado que había grabado infinidad de temas y varias películas, pero también un desconocido para el público anglosajón, según su biógrafo Arturo Yépez, que recuerda que fue entonces cuando la Paramount le ofreció renovar contrato para convertirlo en un "latin lover" y reemplazar a Rodolfo Valentino. Pero, a cambio, tenía que aprender inglés.
"Hijo de madre soltera y humilde, fue de esas personas que supieron superar las condiciones trágicas de su origen para alcanzar el éxito y morir en la cúspide, de ahí el mito", explica Patania, que también ha reunido obras de algunos artistas argentinos para homenajear al Zorzal Criollo, como Marta Minujin o Marino Santa María, dos de los pilares del arte pop porteño.
La curadora de la exposición, que va hasta el 26 de julio, recuerda una de las muchas anécdotas: cuando el estreno de Cuesta abajo, en 1934 tuvo que retrasarse varias horas por la aglomeración de personas que se acercaron hasta el teatro Campoamor del barrio de Harlem. Además, Gardel cantó Mi Buenos Aires querido por primera vez a sus compatriotas un 17 de agosto de 1934 desde los estudios de la NBC de Nueva York, durante una conexión en directo con Radio Splendid de la capital argentina, "un hito musical totalmente inaudito y novedoso" para la época, según Patania.

"No soy yo el que triunfa, sino nuestro tango"

"No soy yo el que triunfa, es nuestro tango el que se impone. Nueva York aplaude nuestras películas y nuestras canciones. Hago todo esto pensando en un próximo gran futuro de nuestra cinematografía. Haré muchas películas más, hasta algunas en inglés. ¡Quién dijo miedo!", se oye decir a Gardel en una grabación dirigida a sus "lejanos y queridos compatriotas", registro que se puede escuchar en la atrapante exposición "Gardel in New York".
Con el contrato ya firmado y deseoso de volver a Nueva York para seguir haciendo cine, se embarcó en la que sería su última gira latinoamericana que concluyó de manera abrupta un fatídico 24 de junio de 1935, cuando su vida se apagó para siempre en una pista de aterrizaje de Medellín.
Si el nacimiento de Gardel es discutido tanto en fecha como en lugar, su muerte también está llena de misterios. Pero con ese final trágico se multiplicó su fama, y con ella su leyenda, que pronto alcanzó cumbres nunca logradas antes por un artista popular. Tampoco se apagó, de alguna manera, su voz, porque como saben bien los gardelianos, Carlitos cada día canta mejor.

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