New York macht eine Hommage an den großen Carlos Gardel
Gardel, ein großer Verführer, der von New York verführt wurde, wie viele Künstler seiner Zeit. Jetzt ist der Big Apple würdigt mit einer Ausstellung, die an den Weg durch die Stadt erinnert.
New York | E. Lopez Romero - EFE
Niemand sonst hatte ein besseres Verständnis für Tango. Ein Künstler verführerisch und self-made, wie viele andere, wurde von der Magie New York verführt. Eine Stadt, die ihn jetzt ehrt ihn mit einer Ausstellung , die durch die Stadt führt, wo er aufgezeichnet hat einige seiner größten Hits.
Der Rest in Original...
"Más allá del canto y el cine, de lo buen mozo y
elegante que era, Carlos Gardel cautiva porque es un modelo que tiene
que ver con el éxito logrado a través del esfuerzo personal, un músico
que surgió de la nada y que aprendió a cantar y a tocar la guitarra
solo", afirmó Micaela Patania, comisaria de la muestra Gardel in New
York, durante un recorrido antes de su inauguración.
Allí se expone casi medio centenar de fotografías,
documentos e imágenes de objetos que pertenecieron al "rey del tango", y
que forman parte de la colección Gardel-Defino, como su relicario, su
inseparable anillo de oro y otras curiosidades, como las fichas de un
curso de inglés que llevaba en su última gira latinoamericana y que
aparecieron entre sus pertenencias tras el fatal accidente de Medellín.
Quienes paseen por la sala del Consulado argentino
habilitada para la muestra (amenizada con la música de fondo de los
temas que grabó en Nueva York), podrán disfrutar desde un posado de
Gardel en el apartamento donde vivió en la Gran Manzana hasta uno de los
telegramas que mandó a Buenos Aires a su amigo Tito Lusiardo, el actor
que apareció en dos de sus películas "neoyorquinas".
En la manzana.
En los estudios de la Paramount en Long Island, Gardel
rodó las que serían sus últimas películas, dos de ellas estrenadas
tras su trágica muerte. Primero Cuesta abajo en la que cantó el
legendario Mi Buenos Aires querido del maestro Le Pera. También El tango
de Broadway y El día que me quieras, en la que apareció otro de sus
himnos, Volver, y por último, la comedia Tango Bar.
Gardel había desembarcado por primera vez a finales de
1933 en el Muelle 57, a orillas del Hudson, la puerta de entrada de
tantos otros forasteros a la gran ciudad, donde se instaló los primeros
meses en el Waldorf Astoria, antes de mudarse al edificio Beaux Arts de
la calle 44, cerca de la zona donde hoy está Naciones Unidas, y otra
estancia posterior en el hotel Middeltowne de la calle 48.
A principios de los años treinta era ya un artista
consagrado que había grabado infinidad de temas y varias películas, pero
también un desconocido para el público anglosajón, según su biógrafo
Arturo Yépez, que recuerda que fue entonces cuando la Paramount le
ofreció renovar contrato para convertirlo en un "latin lover" y
reemplazar a Rodolfo Valentino. Pero, a cambio, tenía que aprender
inglés.
"Hijo de madre soltera y humilde, fue de esas
personas que supieron superar las condiciones trágicas de su origen para
alcanzar el éxito y morir en la cúspide, de ahí el mito", explica
Patania, que también ha reunido obras de algunos artistas argentinos
para homenajear al Zorzal Criollo, como Marta Minujin o Marino Santa
María, dos de los pilares del arte pop porteño.
La curadora de la exposición, que va hasta el 26 de
julio, recuerda una de las muchas anécdotas: cuando el estreno de
Cuesta abajo, en 1934 tuvo que retrasarse varias horas por la
aglomeración de personas que se acercaron hasta el teatro Campoamor del
barrio de Harlem. Además, Gardel cantó Mi Buenos Aires querido por
primera vez a sus compatriotas un 17 de agosto de 1934 desde los
estudios de la NBC de Nueva York, durante una conexión en directo con
Radio Splendid de la capital argentina, "un hito musical totalmente
inaudito y novedoso" para la época, según Patania.
"No soy yo el que triunfa, sino nuestro tango"
"No soy yo el que triunfa, es nuestro tango el que
se impone. Nueva York aplaude nuestras películas y nuestras canciones.
Hago todo esto pensando en un próximo gran futuro de nuestra
cinematografía. Haré muchas películas más, hasta algunas en inglés.
¡Quién dijo miedo!", se oye decir a Gardel en una grabación dirigida a
sus "lejanos y queridos compatriotas", registro que se puede escuchar en
la atrapante exposición "Gardel in New York".
Con el contrato ya firmado y deseoso de volver a
Nueva York para seguir haciendo cine, se embarcó en la que sería su
última gira latinoamericana que concluyó de manera abrupta un fatídico
24 de junio de 1935, cuando su vida se apagó para siempre en una pista
de aterrizaje de Medellín.
Si el nacimiento de Gardel es discutido tanto en
fecha como en lugar, su muerte también está llena de misterios. Pero con
ese final trágico se multiplicó su fama, y con ella su leyenda, que
pronto alcanzó cumbres nunca logradas antes por un artista popular.
Tampoco se apagó, de alguna manera, su voz, porque como saben bien
los gardelianos, Carlitos cada día canta mejor.
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